Yo creo que, después del resumen veloz que os hice de algunas bodas antes del verano, ya es hora de ir viendo cada una punto por punto, porque merecen la pena. :) Y vamos a empezar con la boda más pequeña y a la vez más diferente que hemos hecho hasta ahora: la boda años 20 de Lilia y Roberto.

Como siempre, clic en las fotos para verlas en grande.

Lilia y Roberto son ingenieros. Ella gallega, él canario. Los conocí en Vigo aprovechando una de las visitas de Roberto a España. Porque él vivía en Corea y Lilia planeaba irse con él, y por eso querían casarse. Ni la familia ni los amigos sabían nada, ni lo de irse a Corea ni lo de la boda. Y querían hacerlo en tres meses. No tenían nada.

En media hora de conversación me contaran todo lo que tenían en mente. Boda superíntima, 30 invitados, padres, hermanos y amigos más cercanos. Años 20, fiesta de campo, viajes y menú sin gluten. Les di el «sí, quiero» más rápido que a mi marido. Eso sí, fueron tres meses de infarto. Pero mereció totalmente la pena.

Siempre se dice que las invitaciones son la carta de presentación de las bodas, y en esta vaya si lo fue.

Enviaron a cada invitado una pequeña maleta con los elementos clave de la boda: unos tirantes, un collar de perlas y una copa de champán, además de una peonza para las familias con niños. Un tarjetón con forma de billete antiguo daba todas las señas de la boda y otra foto, haciendo una postal, detallaba por la parte de atrás el dress code para los invitados. Tampoco se olvidaron de adjuntar una carta personalizada dentro de cada maleta.

Llegó el día y llegó la romería. En una boda tan temática realmente nunca sabes qué van a hacer los invitados. Pero yo tenía claro que como wedding planner tenía que seguir las instrucciones al pie de la letra.

Y menos mal que lo hicimos porque los invitados, desde luego, no defraudaron. No falló ni uno. ¡Estaban perfectos!

La novia se vistió con su madre en una de las habitaciones de la casa. Estaba guapísima, de corto y con un ramo precioso de B de Blanca. Las letras de strass de los zapatos fueron el toque final.

Y llegó la hora de la ceremonia. Teníamos cuatro preciosos pajes encargados de una labor fundamental: anunciar la llegada de los novios. En la mesa de la ceremonia, sobre un bonito mantel de hilo, objetos antiguos, globos terráqueos, sombrereras… todo decorado con maravillosas rosas de jardín en colores empolvados. Programas de la ceremonia que hacían las veces de abanicos e incluso las sillas estaban personalizadas. ¡Para que nadie se equivocase!

Y mañana os cuento más de lo que pasó tras la lluvia de pompas de jabón. :)

¡Un beso enorme y feliz martes!

Indara

Todas estas fotos son propiedad de El sofá amarillo. Si las quieres utilizar mándamos antes un email para que podamos consultarlo con los novios. ¡Muchas gracias!