Ayer leí un post que me encantó, un post sensible, dulce, lleno de ternura y de palabras tan bonitas y tan sinceras que solo podían salir del alma. No era para menos, porque eran las palabras de una mamá a su hombrecito que acaba de cumplir cinco años.

Me la imaginé a ella, sentada en la mesa, delante del portátil, con esas gafas que le quedan tan bien y una sonrisa enorme eligiendo las fotos más bonitas y las palabras perfectas para dedicarle a su Franchiño.

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Y entonces sentí que la quería mucho. Lo sentí muy fuerte y después me dio vergüenza. Porque yo a Isa no la he visto nunca. No la he visto ni nos hemos llamado ni hemos intercambiado larguísimos emails contándonos nuestra vida. Solo algunos comentarios en nuestros blogs y algunos tuits. Si incluso le debo una foto desde hace meses de un sorteo suyo que me tocó.

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La quiero solo de leer su blog. De las cosas que nos cuenta, de cómo escribe, de cómo transmite lo que es. Al principio dije, bah es imposible, será afinidad, será empatía, será que me cae simpática. ¿Cómo vas a querer a alguien que no has visto en tu vida? Eso es muy friki, es muy de El diario de Patricia de pirados que se conocen en un chat y los llevan al programa.

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Pues ayer leyendo su post sentí que la quería. Es una cosa rara y repentina que notas en el pecho, así de sopetón. Pero esta vez no me pilló de sorpresa porque ya me había pasado. Con Lucía Be y con Conchi, y hace muy poquito. Así que ya tenía identificada la sensación. Pero me sigue sorprendiendo y me sigue maravillando y me sigue intimidando.

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Hay a mucha gente que he conocido gracias al blog a la que adoro y sin la que ya no me imagino mi vida. Ya son amigas y hemos compartido cenas, risas, alegrías, agobios y proyectos. Las quiero en persona y no veo diferencia entre conocerlas a través de un blog a hacerlo en el gimnasio o en el colegio.

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Pero ni a Conchi, ni a Lucia ni a Isa las he visto nunca. No tengo ni una mirada ni una palabra en las que poder sustentar un poco mi cariño hacia ellas y hacerlo más real. Solo tengo lo que escriben y lo que comparten en sus blogs cada día, y ni siquiera lo escriben para mí.

¿Se puede querer en esas condiciones? Se puede. Y es raro y mola y me sigue dando vergüenza y precisamente por eso os lo cuento, mientas me pongo un poco roja. Hala, ahí va.

el sofa amarillo maquinas de escribir (1)Todas las fotos están aquí

Lo de que internet y las redes sociales han cambiado nuestra forma de comunicarnos es muy viejo ya, pero… ¿han cambiado también nuestra forma de querer?

Yo creo que sí, de una forma más amplia, más generosa y menos prejuiciosa. Porque queremos antes lo de dentro que lo de fuera, que muchas veces ni conocemos, y la primera impresión de alguien es un texto y no una marca de bolso. Y qué queréis que os diga, con tanta gente especial que me rodea estoy últimamente que me sale el amor a borbotones por las orejas. :)

¡Un beso enorme y feliz y amoroso miércoles!

Indara