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Pues por fin llegamos al final de la boda de Lilia y Roberto. Prometo que cuando empecé a escribir el post no tenía ninguna intención de alargarlo tres días, pero son tantas fotos y tantas cosas que no he sabido qué poner ni qué quitar. Fue todo tan divertido y tan entrañable que cada foto me traía un recuerdo y no podía borrarla, así que ya veis el tochamen de resultado.

Ayer nos quedamos en la comida, y hoy os presento el postre. Y obligatoriamente aquí os tengo que hablar de Tartas y dulces de Bea porque madre mía qué manos tiene esta chica.

¿Que por qué lo sé? ¡Porque era todo sin gluten! Y yo que vivo en primera persona el coñazo de las masas que no ligan y las texturas secas y harinosas, no pude ser más feliz. Todo delicioso, todo precioso y sobre todo, todo muy original: dulces con pistacho, calabaza, manzana, té verde…  Las etiquetas retro de hoteles de la tarta eran geniales y, además, colgamos del techo un avión antiguo con una frase con un significado muy especial para ellos.

Ya bien comidos, era el momento de disfrutar del pequeño fotomatón viajero que colocamos en un rincón. El baúl gigante era precioso, y en él colgamos las fotos que se hicieron los invitados cuando recibieron la maletita de la invitación. ¡Todos con los tirantes, el collar y las copitas de champán!

Pero no hay boda sin baile, ni años 20 sin charlestón. Los novios se marcaron un baile genial que llevaban muchos días practicando y dejaron a todo el mundo con la boda abierta.


Tanto gustó… ¡que tuvieron que enseñarles la coreografía a todos!

Y así, felices y bailando, dejamos este post y esta boda que será para siempre una de las más especiales. Nos encargamos de todo, desde el primer tenedor a la última flor, y supuso todo un reto para nosotros. Y aunque estas fotos caseras no son una obra maestra, creo que reflejan muy bien el cariño que todos pusimos en cada momento, nosotros, los novios y sus fantásticos invitados.

Pero no valen nostalgias, ahora hay que centrarse en las nuevas bodas, en los novios nuevos y en  las nuevas aventuras, que seguro que serán tan geniales como esta.

Estos días he recibido un porroncísimo de emails. Y como todos me decís que os encanta el blog, os pre-respondo desde aquí. :) Dadme unos días, un pelinín de paciencia. Hoy me voy para Madrid a preparar para este sábado la última boda de la temporada y después, tarde, tarde, me pasaré veloz por Segovia a darle un besito a mi querida Paula. El lunes prometo ponerme al día con el correo.

¡Un beso enorme, feliz fin de semana y a bailar!

Indara

 

 

 

¡Hola a todos! Antes de seguir con la boda de Lilia y Roberto, quería daros las gracias por el mogollón de comentarios, tweets y visitas de ayer. Estoy feliz de que os guste el trabajo y os agradezco muchísimo vuestros comentarios, siempre tan alentadores y cariñosos.

Y ahora sí, os sigo enseñando todos los detalles de la boda. Compramos un montón de pomperos y, como preveíamos calor, pensamos que unos parasoles serían útiles para los invitados. Así que, en un riconcito…

Una vez terminada la ceremonia, preparamos un aperitivo muy campestre y ligerito: limonada con frambuesas, cubos de zinc con refrescos, muffins de arándanos, piruletas de tarta de manzana y frutas silvestres. Casi como un pícnic… pero encima de una mesa. :)

Una horita después empezó la comida. Querían algo sencillo e informal y, como además la novia es celíaca, eligieron un magnífico catering de Vigo que prepara delicias mexicanas sin gluten. Los invitados se rechupeteaban entre tacos, fajitas y margaritas.

Montamos una enorme mesa para treinta comensales con un camino de mesa hecho a medida de doce metros de largo en la espléndida terraza de la casa, con unas vistas alucinantes. Además, los novios realizan con frecuencia excursiones de operación, así que nos pareció una idea muy bonita y personal colocar una brújula en el plato de cada invitado a modo de marcasitios.

Mañana termino de enseñaros esta boda tan divertida y especial y, entre otras cosas, dos de mis elementos favoritos: la mesa de postres y el photocall. Muchas gracias de nuevo por vuestros comentarios. Quiero intentar responderos a todos, pero estoy ultimando todos los detalles de la boda de este finde, que es ya la última de la temporada.

Un beso muy grande y hasta mañana,

Indara

Todas estas fotos son propiedad de El sofá amarillo. Si las quieres utilizar mándamos antes un email para que podamos consultarlo con los novios. ¡Muchas gracias!

Yo creo que, después del resumen veloz que os hice de algunas bodas antes del verano, ya es hora de ir viendo cada una punto por punto, porque merecen la pena. :) Y vamos a empezar con la boda más pequeña y a la vez más diferente que hemos hecho hasta ahora: la boda años 20 de Lilia y Roberto.

Como siempre, clic en las fotos para verlas en grande.

Lilia y Roberto son ingenieros. Ella gallega, él canario. Los conocí en Vigo aprovechando una de las visitas de Roberto a España. Porque él vivía en Corea y Lilia planeaba irse con él, y por eso querían casarse. Ni la familia ni los amigos sabían nada, ni lo de irse a Corea ni lo de la boda. Y querían hacerlo en tres meses. No tenían nada.

En media hora de conversación me contaran todo lo que tenían en mente. Boda superíntima, 30 invitados, padres, hermanos y amigos más cercanos. Años 20, fiesta de campo, viajes y menú sin gluten. Les di el «sí, quiero» más rápido que a mi marido. Eso sí, fueron tres meses de infarto. Pero mereció totalmente la pena.

Siempre se dice que las invitaciones son la carta de presentación de las bodas, y en esta vaya si lo fue.

Enviaron a cada invitado una pequeña maleta con los elementos clave de la boda: unos tirantes, un collar de perlas y una copa de champán, además de una peonza para las familias con niños. Un tarjetón con forma de billete antiguo daba todas las señas de la boda y otra foto, haciendo una postal, detallaba por la parte de atrás el dress code para los invitados. Tampoco se olvidaron de adjuntar una carta personalizada dentro de cada maleta.

Llegó el día y llegó la romería. En una boda tan temática realmente nunca sabes qué van a hacer los invitados. Pero yo tenía claro que como wedding planner tenía que seguir las instrucciones al pie de la letra.

Y menos mal que lo hicimos porque los invitados, desde luego, no defraudaron. No falló ni uno. ¡Estaban perfectos!

La novia se vistió con su madre en una de las habitaciones de la casa. Estaba guapísima, de corto y con un ramo precioso de B de Blanca. Las letras de strass de los zapatos fueron el toque final.

Y llegó la hora de la ceremonia. Teníamos cuatro preciosos pajes encargados de una labor fundamental: anunciar la llegada de los novios. En la mesa de la ceremonia, sobre un bonito mantel de hilo, objetos antiguos, globos terráqueos, sombrereras… todo decorado con maravillosas rosas de jardín en colores empolvados. Programas de la ceremonia que hacían las veces de abanicos e incluso las sillas estaban personalizadas. ¡Para que nadie se equivocase!

Y mañana os cuento más de lo que pasó tras la lluvia de pompas de jabón. :)

¡Un beso enorme y feliz martes!

Indara

Todas estas fotos son propiedad de El sofá amarillo. Si las quieres utilizar mándamos antes un email para que podamos consultarlo con los novios. ¡Muchas gracias!