Este era el asunto del email que me envió Estefanía. Lo leí con avidez y pensé que tenía toda la razón. Luego me llegaron las fotos y ya se confirmaron mis sospechas. Pero es que la palabra «diferente» se queda corta. Es una boda íntima, relajada, dulce y absolutamente romántica. Con un equilibrio perfecto entre boda sencilla y boda pensada hasta el último pétalo.
Y, una vez más, resalto la importancia vital de las fotos. Invertid, queridas, invertid en un buen fotógrafo. Porque llevarte a casa una obra maestra como esta no tiene precio. Fran Russo, eres un genio de la luz. No me enrollo porque la novia lo cuenta mejor que nadie. ¡Disfrutad! :)
«La nuestra fue una boda bastante inusual. Cuando nos prometimos empezamos con la planificación habitual, es decir, buscar el sitio perfecto cerca de casa, fecha y hacer una lista de invitados aproximada. Somos de Barcelona y aunque hay lugares preciosos para casarse, me empecé a dar cuenta que ninguno nos convencía (y el que nos convencía nos salía por un ojo de la cara por lo que tendríamos que hipotecarnos para casarnos jeje) y cuando me imaginaba casarme con unos 150 invitados, me agobiaba.
Así que una noche, antes de ir a dormir buceando por pinterest (bendito pinterest!) vi una foto que me enamoró. Un prado, una mesa de no más de 20 personas, lucecitas por encima y unos novios. Esa imagen me llegó al corazón, era la perfección y me di cuenta que era lo que yo quería.
Se la enseñé a mi ya marido y le dije: ¿Qué te parecería casarnos así? Buscamos un rincón perdido y nos rodeamos solo de nuestra familia más próxima, padres, hermanos y tíos. Y a él le pareció una idea fabulosa. ¿Y los amigos? Bueno, con los amigos ya lo celebraremos al volver o bien cuando celebremos el año de casados.
Así que eso hicimos. Empezamos la búsqueda de nuestro rincón perdido y, al final, cuando ya estábamos desesperados, encontramos nuestro pequeño paraíso en un cortijo perdido en la sierra de Antequera, en Málaga. Ya ves, a 1200 km de casa.
Enfrente de ese mismo hotel había un prado y, en medio de ese prado, una enorme y preciosa encina. Allí nos quisimos casar. Los del hotel pensaban que estábamos locos, era en medio de un prado literalmente, nos tuvieron que aplanar un poco el terreno haciendo un caminito para que pudiéramos caminar. Y, lo mejor de todo, conseguimos que nos casara el padre Don Manuel, una maravillosa persona que hizo una ceremonia preciosa y que fue un encanto.
Así que te podrás ir dando cuenta que la nuestra fue lo que podríamos llamar… ¡una boda diferente! Para el resto dejaré que las fotos hablen por sí solas… Solo decirte que soñé durante meses con crear un ambiente mágico como el que vi en aquella foto y creo que lo conseguimos».
¿Qué os parece? Si quería un ambiente mágico, Estefanía lo consiguió con creces. A mí me dan hasta ganas de ir allí y darle un abrazo al cura y a ellos. Por bonitos. Me extralimité con las fotos, pero era imposible elegir. Gracias preciosa por tus palabras (estas y las otras, guiño, guiño) y por compartir con nosotros tu boda. Mis queridas lectoras casaderas, si queréis inspiración para una boda muy, muy romántica, no perdáis detalle porque aquí tenéis un filón.
¡Un beso enorme y feliz martes!
Indara
Sorteo de Lucía Be aún en marcha, cabecitas a la moda con sus preciosos tocados. :)
El sofá amarillo 