Si al leer el título del post os sale el ritmillo de Alaska, bien. Esa era la intención. Os saldrá el ritmo pero no la canción porque «jaboneando» es mucho más largo que «bailando» y hay que decirlo muy deprisa y no queda bien. Sí, probad a cantarlo en alto, ya veréis. :)

Bueno, pues jabonear fue lo que hicimos durante todo el sábado pasado. Jaboneamos hasta tener la pituitaria dormida por tanta esencia y el pelo engrasado por los aceites naturales.

Jabonear y hablar, porque de repente estaba rodeada de gente a la que me moría de ganas de conocer y fue un no parar. Allí estaban todas, Baballa, Mr. Wonderful, Macarena Gea, Quiero una boda perfecta, Mademoiselle Babette, Fuxia Atelier, Fueron felices, Ah, Tuppercraft, Diary of lovely, El diario de Bey, Oh My Pug… Éramos muchas y muy bien avenidas.

Durante estos días seguro que vais a leer un montón de crónicas estupendas y muy bien explicadas de este curso (de hecho, ya podéis leer la de Angi y la de Marieta), así que yo os lo cuento a mi manera: Paula mola, mola mucho. En solo dos días ya la quiero y la admiro. Y eso no es fácil. Paula es Olivia Jabones de Cuidado, y sí, yo también le dije «¡Hola, Olivia!» la primera vez que le escribí un e-mail, hace un montón de meses.

Paula me alegra las mañanas sin saberlo desde hace mucho tiempo, a través de su nunca suficientemente bien ponderado jabón Mirinda. Como bañarse en Fanta de naranja y notar burbujitas de felicidad, lo mismo. Como profe no pudo ser mejor, y nos asombró con su sabiduría jabonil infinita. Y al final todas pensamos lo mismo: hacer jabones, y hacerlos como ella, tiene mucho mérito. Yo no me veo capaz. Y menos después de ponerle un chorro de agua de rosas a mi jabón y cargarme la fórmula.

Por eso, cuando vi su curso, corrí a apuntarme y a comprar un vuelo a Barcelona. Comprar un vuelo dos meses antes es una buena idea para ahorrar pero no es tan buena idea si no se te ocurre revisar la fecha. En fin, que como ya saben mis amiguis de twitter, lo perdí. Cara de idiota, pequeño berrinche, valoración de presupuesto y a comprar otro vuelo. Está feo que lo diga pero al final casi me alegré de haberlo perdido porque me fui en el avión con Lucía de Baballa. Lucía es, para hacerlo corto, la madre que yo quiero ser cuando tenga hijos.

Llegamos. «Ohhhh, ahhhh, ¡qué bonito todo!». Y venga a hacer fotos. Yo era el primer día que cogía la cámara nueva así que la mitad de las fotos están borrosas y la otra mitad están mal encuadradas. Prometo mejorar, asignatura pendiente que no pasa de este año.

Angi Mr.Wonderful y yo nos sentamos en una esquinita dispuestas a aprender mucho. Al principio fuimos muy buenas pero luego nos pudo la tontería. No fuimos las alumnas más aplicadas, vale, pero nos lo pasamos tan bien… Además los jabones de Angi eran muy especiales porque tenían la belleza en el interior, jajaja.

Comimos como reinas madre gracias a las tortillas, croquetas y verduras nos trajo Laura, las mostazas de La ballena Elena y los postres de Ada y La minera.

Y, por la tarde, otra vez manos a la obra. Exfoliante de azúcar, tónico de agua de flores y barra de masajes, ¿qué más se puede pedir?

Gracias a Paula y gracias a Déborah y Nadia, creadoras de El Club, salimos de allí cargadas a más no poder. De jabones, de risas y de amigas. Así que solo puedo decir…

¡Esa Paula, cómo mola, se merece una ola! ¡Uuuueeeeeeee!

Un beso enorme y feliz miércoles. :)

Indara